Cada vez son más las personas que deciden dejar de lado su trabajo fijo para lanzarse en una bonita y peligrosa experiencia llamada “emprendimiento”. Anoche, mientras paseaba por los campos de Malanquilla, recordaba los diferentes momentos que hemos vivido mis socios y yo desde que empezamos el proyecto VMAD a mediados de 2020. Algunos buenos, que nos hacen sentir orgullosos y afortunados de haber emprendido este viaje y otros no tan brillantes, de los cuales sacamos aprendizajes, que de bien seguro nos servirán para el resto de nuestras vidas.
A raíz de mis reflexiones y experiencias a mi temprana edad me encamino a escribir el siguiente artículo, con el objetivo de poder reflejar algunas de las cosas que nadie te cuenta y nos hubieran ahorrado algún que otro aprendizaje.
A la primera no suele ir la vencida
Puede que la frase a la “primera no suele ir la vencida” te choque un poco, porque ¿A quién no le gusta que le salgan las cosas bien desde el primer momento? Seguramente a todo el mundo. No obstante, una de las características que diferencia al emprendedor exitoso es la capacidad de resiliencia ante situaciones adversas. Dicho de otro modo, la capacidad para manejar la frustración. En el mundo de las empresas, como en la vida misma, no existe una línea recta hacia el éxito. Las organizaciones se enfrentan a diversos desafíos. Como reaccionan a ello dictamina no solo su supervivencia, sino también su éxito futuro. Pondré algunos ejemplos para ilustrar mis afirmaciones.
Durante los años 90, Kodak era la empresa de la industria fotográfica más importante a nivel mundial. Sin embargo, subestimaron el poder de la “digitalización” , pensaron que nada cambiaría tan rápido y el mercado no les perdonó. ¿A día de hoy quién se acuerda de Kodak, la gran multinacional? Seguramente muy poquitas personas, debido a qué su único fallo fue no saber reaccionar a una situación adversa, reflejado en un cambio en el mercado.
Por otro lado, encontramos la historia de vida del mundialmente conocido e icono de la tecnología Steve Jobs. Sus inicios y su poca formación académica no auguraban un futuro prometedor ni para él ni para su “StartUp” Apple. Sin embargo, Apple se convirtió en un gigante de la tecnología en tan solo una década. En ese momento, con el éxito entre las manos, casi sin tiempo para saborearlo, una serie de discrepancias con su nuevo socio John Sculley acabó con Jobs apartado de la empresa que él mismo había creado. Sin lugar a dudas, este fue un momento de profunda frustración para el joven Steve. Aunque seguramente, visto en perspectiva, en esa misma época de su vida fue donde se forjó su leyenda. Dejó de ser un hombre de éxito y volvió a ser un simple emprendedor, relanzando su carrera con Pixar, para más tarde regresar a Apple cuando esta se encontraba en una enorme crisis. Volver a tomar el mando y ser artífice del renacimiento de esta misma.
Estas historias reflejan la importancia de saber manejar los momento de frustración y no perder la motivación cuando un proyecto no funciona. Porque nos guste o no, muy probablemente nuestro primer emprendimiento no tenga el éxito esperado. En ese momento deberemos escoger si aprender de la experiencia, superar la frustración y volver intentarlo o renunciar y volver a un trabajo más seguro.
“Si no trabajas por tus sueños, alguien te contratará para que trabajes por los suyos”
Steve Jobs
Solo llegarás antes pero en equipo llegarás más lejos
Muchos emprendedores buscan iniciar un negocio solos. Suelen creer que de este modo todo resultará más sencillo. Tienen parte de razón, es verdad que cuando alguien va solo no tendrá que negociar, argumentar o planificar junto al equipo, puesto que los pasos del proyecto dependerá única y exclusivamente de lo que él/ella crea necesario. No obstante, se ha demostrado que a pesar de que trabajando en equipo pueden aparecer roces entre los integrantes del mismo, cuando el equipo está bien cohesionado y planifican todos al unísono el próximo movimiento, las fuerzas y las probabilidades de éxito se multiplican.
El ser humano es un ser social el cual necesita pertenecer a una “tribu” por naturaleza. Y es que a la hora de desarrollar un proyecto una “manada” bien organizada puede ser clave. En primer lugar, cuando la visión y el objetivo es compartido existe una primera variable que es la “retroalimentación”. Todo el mundo puede tener un día espeso en el que no apetezca seguir luchando por falta de motivación. En ese momento, tener personas al lado que te recuerden por qué estás trabajando en esa dirección es clave. Muchas veces olvidamos la primera regla de la sociología: “eres una media de las 5 personas con las que pasas más tiempo”. Así que ya sabe, ve en equipo y no olvide escoger bien a sus socios.
En segundo lugar, encontramos la variable del “compromiso”. Esta variable es muy sencilla, nuestra mente a veces nos juega en contra y nos “ayuda” a procrastinar. Es algo normal, propio de nuestra naturaleza. En las empresas pasa lo mismo, salvo que juegues en equipo, visto que el miedo a ser juzgado y a decepcionar a tu equipo en la entrega de una tarea, hará que te levantes, dejes la pereza a un lado y te pongas manos a la obra.
Las dos variables que hemos visto hasta el momento son muy importantes. Sin embargo, bajo mi punto de vista, la más importante de todas es la siguiente. A esta variable la llamaremos “especialización”. Dicen que “quien mucho abarca, poco aprieta” y hay mucho de cierto en la expresión. Sin embargo, trabajar en equipo te permite unir fuerzas junto a profesionales que están especializados en otro sector. Por lo tanto, al unir fuerzas seréis capaces de apretar todo el campo abarcado. Siempre y cuando una buena organización os acompañe.
Un modelo de negocio para satisfacer “el triángulo”
Solemos pensar que las cosas en la vida son más complicadas de lo que realmente son. Vemos grandes organizaciones y pensamos en lo difícil que debe ser la gestión de ese negocio. Muchos departamentos deben ponerse de acuerdo por un bien común.
Sin embargo, en los últimos meses he aprendido a implantar el arte de “simplificar” las cosas. Y es que la vida es simple. Solo que a veces buscamos complicarla sin objetivo claro. Pues con las empresas ocurre lo mismo. Más allá de los centenares de equipos que pueden coexistir dentro de una organización. Hay tres de vital importancia, que llamaré “el triángulo”, que deben compenetrarse y funcionar a la perfección.
“El triángulo” está compuesto por tres departamentos, el departamento de “especialización y producción”. el departamento de “marketing” y el departamento de “administración y gestión”. Después de meses estudiando el nacimiento de algunas de las “Start Ups” más exitosas, me he dado cuenta de que cuanto mejor funcionan estos tres departamentos, mayor será el éxito conjunto.
Los departamentos mencionados anteriormente son tres pilares muy importantes. Para poseer un servicio o un producto competitivo debes ser capaz de ofrecer algo a la altura de la “competencia”, para ello necesitarás que algunos de los mejores especialistas del sector trabajen en tu equipo. Por otro lado, el segundo departamento que necesitarás será el de “administración y gestión”. Un grupo especializado en hacer “el trabajo en la oscuridad”. Es decir, en que la logística sea perfecta. Buscando en todo momento que los otros sectores, principalmente el de “especialización y producción”, dispongan de lo necesario para funcionar. Por último, deberás disponer de un departamento de marketing el cual conozca a la perfección el arte de vender. Este sector te permitirá darte a conocer, hacerte visible y exponer tu imagen donde sea necesario. Para resumir “el triángulo” pondré el ejemplo de “la fiesta”.
Tres amigos quieren organizar la mejor fiesta de Los Ángeles. Uno de ellos pertenece a la familia más adinerada de Estados Unidos, la cual posee una increíble mansión en Beverly Hills. El segundo, es el responsable del Caesars Palace situado en Las Vegas. Por lo tanto, conoce a los mejores cantantes y suministradores de bebida del mundo. El tercero en cambio, es un influencer que gracias a su don de gentes mueve a sus seguidores ahí donde le interesa.
El primero, que representa el equipo de “especialización y producción” se ocupará de que la experiencia sea increíble. El segundo, en representación de “administración y gestión” se ocupará de que las mejores bebidas y los mejores cantantes estén en la fiesta. Y el tercero, que representa el departamento de “marketing” invitará a la gente a la fiesta, hasta colgar el cartel de “aforo completo”.
Bien, hemos visto que de este modo el evento se ha asegurado el éxito gracias al buen trabajo y la compenetración de los tres departamentos. Lo más importante, es priorizar la aproximación a la excelencia en los tres, hacer que el triángulo funcione. Porque nadie en el mundo quiere que le inviten a una fiesta sin música ni bebida. ¡Que cada uno se ocupe de su responsabilidad y disfrutemos juntos de la fiesta!
Al final, tampoco es tan complicado. Si conseguimos aprender de los momentos de frustración, trabajar en equipo hasta mejorar de manera exponencial y dar prioridad al “triángulo”, el éxito está asegurado.